Grasso declara la emergencia económica, pero derrocha en fiestas multimillonarias, botecitos, muñecos y viáticos
El intendente Pablo Grasso firmó el Decreto N° 6861 que establece la emergencia administrativa y económica hasta 2026. Mientras congela la planta de personal y suspende ingresos, la ciudad enfrenta cloacas desbordadas, basura acumulada y un vaciadero a cielo abierto. En paralelo, el Municipio destina millones a festivales, decoraciones y la compra de botes para la Laguna Ortiz, mientras los trabajadores municipales denuncian falta de herramientas, son los militantes de las Unidades Básicas las que realizan los trabajos.
El intendente de RÃo Gallegos, Pablo Grasso, firmó el Decreto N° 6861, que declara la emergencia administrativa y económica en el Municipio hasta diciembre de 2026, con el argumento de "afrontar la caÃda de la recaudación y garantizar el equilibrio financiero".
El decreto establece el congelamiento de la planta de personal, la suspensión de nuevos ingresos y una revisión de la estructura orgánica para "optimizar recursos y mejorar la eficiencia en la gestión".
Sin embargo, la supuesta austeridad choca con una gestión marcada por el gasto en fiestas, decoraciones y compras polémicas. Mientras se habla de "emergencia", el Municipio organiza un festival multimillonario por el aniversario de la ciudad, realiza castings en el interior provincial para convocar artistas y destina fondos a muñecos decorativos y adornos callejeros.
A eso se suma la compra de botes para la Laguna Ortiz, una adquisición que generó fuertes crÃticas al conocerse su valor y su escasa prioridad frente al deterioro general de la ciudad.
Mientras tanto, RÃo Gallegos cuenta con casi 4.000 empleados municipales y alrededor de 1.000 monotributistas, muchos de los cuales cobran sueldos de indigencia y trabajan sin ropa ni herramientas. Pese a ese enorme plantel, la limpieza de calles y espacios públicos está en manos de militantes de las unidades básicas.
Solo cinco camiones recolectores están operativos para cubrir toda la capital provincial. El servicio de recolección no pasa todos los dÃas, las cloacas están desbordadas, el vaciadero funciona a cielo abierto, y los vecinos conviven con montañas de basura.
En este contexto, la declaración de emergencia parece más un instrumento polÃtico que una medida real de contención económica. Mientras los servicios se desmoronan, los recursos se destinan al espectáculo y la propaganda, dejando a RÃo Gallegos sumida en el abandono.